A María Colodrón y las Constelaciones de Piedralaves.
De nuevo, amiga águila, sobrevuelas por encima de mi cabeza cuando ruedo con la bicicleta de montaña por los campos sevillanos; y me llamas con tu dulce planeo, con tus agudos chillidos de protesta, con tu sombra divina transportada por los aires levantinos de este quince de noviembre. Eres mi espejo en la naturaleza que me quiere y protege; y así lo siento. Eres la base de mis sueños de liberación que no son más que eso: ilusiones. Eres mi deseo y gozo de flotar libre por los aires (confieso que me encanta estar en un avión, confieso que no me atraen los parapentes ni paracaídas). Silbo fuerte para llamarte, para atraerte a mí creyendo que algún día bajarás de tu cielo para charlar conmigo o para contactar de alguna manera. Estamos hermanados, ¿no? Eres mi animal de poder, ¿no?, querida águila. Tantas veces te presentas ante mí… ¡Háblame! ¡Trabájame! ¡Enséñame a mirar alto, a amar tanto la sombra como la luz para alcanzar la alegría que mi corazón desea! Mientras espero que algún día ocurra eso (y sé que no ocurrirá), disfruto tu aleteo por estos corredores verdes, admiro la belleza de tus alas extendidas, los moteados blancos de tus plumas, y recibo un golpe de energía y entusiasmo con la seguridad que produce tu infinito esplendor en los cielos azules.
Detengo la bicicleta para disfrutar, a veinte metros escasos de mi casco de ciclista, tu ligero reposo de pluma sujeta a las turbulencias del viento y te digo: Yo también sé planear cuando buceo en la inmensidad del agua del mar batiendo récords de no respiración mientra investigo desenfocados bancos de arena y piedras acompañado de peces y algas marinas y tablas de surf en las playas de El Palmar en Cádiz, sí. Puedo sentir lo que sientes tú, puedo levitar mi cuerpo como haces tú, puedo transformarme en hoja muerta expuesta a mareas, en astronauta abandonado por un accidente de cohete al cual estaba enganchado para arreglar no se qué desperfecto (como en las peores películas de Hollywood: léase «Gravity»), convertido en satélite de masa humana que sobrevuela los tiempos y el espacio y al que la falta de oxígeno, la imposibilidad de alimentarse y la muerte de la consciencia, harán que vague eternamente entre las estrellas, los meteoritos, los satélites de comunicación y toda la chatarra espacial que allí se acumula. En ese instante me pregunto (y perdón por dejarte a un lado, animal de poder) qué ocurriría con ese trozo de carne colgado en el espacio exterior. Podría acudir a internet para informarme mejor pues parece que ahí está la verdad, pero no. Dejo volar la imaginación como dejo volar el cuerpo solitario del astronauta abandonado, como te dejo volar a ti, mi animal de poder, águila o aguilucho de mis entrañas, y comienzo a suponer que a lo largo del tiempo ese cuerpo flotante se despojaría de aire y agua para terminar siendo una especie de ente humano orbitante, desecado como una pasa vieja o un faraón del viejo Egipto. Pero, la humedad de ese cuerpo, ¿dónde quedaría? Las gotas, ¿exudarían a través del traje espacial?, ¿quedarían esparcidas en el espacio? ¿se unirían a otras? ¿hay humedad flotando en el espacio? Y la conciencia perdida, su consciencia humana: esa que no pesa, que no existe, que no ocupa lugar, ¿bajaría a Tierra o permanecería allí?, ¿se disolvería entre otras consciencias?, ¿existe la consciencia o solo somos largos sueños en descompresión? (Por favor, compre su licencia Win RaR. Comprar ahora. Cómo comprarlo. Cerrar. Ayuda... Cierro, cierro…) Parece que sí. Todos tenemos una consciencia. ¿Qué haría la del astronauta allí arriba, perdida y solitaria? ¿Es el espacio el lugar a donde van a reposar las consciencias? ¿Son ellas las que nos vigilan como siento que me vigilas tú, hermana águila? ¿O son la luz que se proyecta sobre una pantalla blanca y que tienen el mismo final que un rollo de película: la nada, el vacío?
Águila o aguilucho de mis entrañas, voy a dejar de volar con la cabeza y voy a escribir en tu honor un complemento lírico para el Quadern. No lo olvides, no me olvides. Continúa ahí: para mí, para todos, para siempre.
Cuando el cielo es una pared azul.
Cierro los ojos.
Cuando levanto la vista para recibir tu saludo.
Me extiendo y planeo.
Cuando te reclamo sobre mi cabeza.
Siento el aire.
Cuando te veo volar.
Estoy volando.
Cuando estás volando.
Me ves volar.
Cuando sientes el aire.
Me reclamas bajo mi cabeza.
Cuando te extiendes y planeas.
Levantas la vista para recibir mi saludo.
Cuando cierro los ojos.
El cielo es una pared azul.
Culebrera o ratonera, perdicera o pescadora.
Soy el águila de tus sueños.
Tus alas son la manta de mi poder.
Encerrado en tu consciencia.
Tus vuelos mi razón de ser.
Cartografiando tu inocencia.
Tu figura mi sonrisa.
Privilegiando tus ensueños.
Cuando privilegias mis ensueños.
Mi figura es tu sonrisa.
Cuando cartografías mi inocencia.
Transformo tus vuelos.
Cuando encierras mi consciencia.
Empodero tus alas.
Cuando apareces en mis sueños.
Pesco y cazo para ti de nuevo.
JB 17